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La Llama Eterna: Relato XXVI –Al mejor violinista del Mundo-

Texto extraído del programa de RNE: "Sinfonía de la Mañana", por Martín Llade.     Discutían alegremente en una mesa de su Club predilecto, acerca de si la cadenza de Beethoven escrita, para la transcripción para piano y orquesta, de su concierto para violín, debía ser transcrita para su interpretación en el original; cuando un camarero se les acercó. Les entregó un sobre, y a continuación señaló una mesa al fondo del salón, desde la que dos jovencitas les contemplaban ensimismadas. Al percatarse de que su recado había sido entregado, ambas se echaron a reír, y cuchichearon, una al oído de la otra. Una traviesa precaución del todo inútil; ya que, desde allí, resultaba imposible escuchar una palabra de cuanto decían. - ¿Seguro que es de ellas? –quiso saber Elman–. ¿No serán las dos Damas de allá? –señaló a dos respetables ancianitas que tomaban el té. Las dos muchachas, en cambio, bebían algo que a juzgar por el color debía ser un “Sanfrancisco”. El camarero as

La Llama Eterna: Relato XXV -Un descafeinado, por favor-

Texto extraído del programa de RNE: "Sinfonía de la Mañana", por Martín Llade.      En medio del Scherzo se escuchó algo que no estaba escrito en la partitura, el maestro Liszt perdió por unos instantes la concentración; pero, sus dedos, haciendo honor a la leyenda, apenas tardaron una fracción de segundo en recuperar su elasticidad habitual, y posarse donde indicaba el pentagrama. Sólo un genio de su talla se hubiera podido percatar del ligerísimo tropezón experimentado como consecuencia de aquél… ¡¿Ronquido?! A lo largo de su carrera, Liszt había escuchado muchos; sobre todo en París, donde la peculiar “r” francesa retumbaba con especial irritación entre los labios entreabiertos de comisuras babeantes. Pero nadie se hubiera atrevido jamás a insultarle de esa manera en el salón de su propia casa, en Weimar. Franz Liszt volvió la vista atrás, reteniendo en su memoria la parte del Scherzo que no podía ver, para que sus manos no perdieran el hilo de la misma. Nunca h

La Llama Eterna: Relato XXIV –Cavalleria Rusticana-

 Texto extraído del programa de RNE: "Sinfonía de la Mañana", por Martín Llade.      Estaba harto de ser el tipo que había escrito “ Cavalleria Rusticana ”. Odiaba a la histérica de Santuzza, que no era más que una palurda ruin. Odiaba la prepotencia de Alfio, y los cascabeles de su caballo; a los recolectores de naranjas, y su empalagosa alegría; y sobre todo, detestaba a Turiddu, al cual, él mismo hubiese cosido a navajazos, de haber tenido ocasión. Porque, a esas alturas, él ya no era Pietro Mascagni, si no Cavallería Rusticana: un arranque de entusiasmo juvenil, que empezaba ya a pesarle a sus treinta y ocho años de edad; ya habían pasado once, desde que, excitado por el reclamo de un concurso, se lanzara a escribir a marchas forzadas, aquella operita de un acto, que pudo entregar cuando ya estaba cerrándose la ventanilla de admisiones. Para su sorpresa, salió elegido entre setenta y tres aspirantes; y la noche del estreno, en el teatro Constanzi, se sintió no

La Llama Eterna: Relato XXIII –La Gran Verdad–

Texto extraído del programa de RNE: "Sinfonía de la Mañana", por Martín Llade.        Le habían dicho que la operación era arriesgada para su edad, así que decidió poner en orden sus asuntos. Caroline Alice, trató de alejar aquellas ideas de su mente; pero, cuando intentaba animarle con palabras de aliento, él la miraba con la misma expresión con la que escuchase los cañonazos, más allá del Canal durante los días de la guerra. En el fondo, Caroline sabía que ahora que ésta había acabado, él se sentía fuera de lugar. Su música ya no causaba el interés que antes. Sus amigos se habían marchado ya; y quienes se acercaban a verle, no dejaban de considerarle una suerte de reliquia, de cuya amistad presumir, más en ciertos Pubs, que en los mentideros musicales de Londres. En realidad, ahora que la hija de ambos se había consagrado a su vida de casada, sólo le quedaba ella. La tarde antes de la operación él le tocó al piano su “ Canción de la Noche ”; a lo que Caroline, hubi

La Llama Eterna: Relato XXII –Deidad terca-

Texto extraído del progama de RNE "Sinfonía de la Mañana", por Martín Llade.     El Público de San Luis ardía en deseos de ver la Lucia de Lammermoor, de la húngara Etelka Gerster. Lamentablemente, Mademoiselle Gerster, no parecía tan entusiasmada de presentarse ante los habitantes de San Luis. - Bruno –le decía a su agente–, son unos Yankis paletos. ¿Has visto qué patillas se dejan? Qué forma tan brusca tienen de hacer todo. De andar, de comer, hasta de fumar; y todo el día mascando tabaco. Te dije que teníamos que haber aceptado lo de Londres. - Ya has cantado mucho allí –insistía su representante–. Necesitas triunfar en el Nuevo Mundo. Y no les llames Yankis, que son Sureños; podrían untarte de brea y plumas, si te oyeran decir eso. Lejos de imponerle respeto, semejante perspectiva, enconó todavía más los ánimos de la Prima Donna, que envió esa tarde una nota a Bruno a su habitación. - “Me siento enferma, y no deseo ser molestada” –afirmó–. “Que suspen

La Llama Eterna: Relato XXI –Y se rompió el hi…-

Texto extraído del programa de RNE "Sinfonía de la Mañana", por Martín Llade.     Las funciones de Turandot de aquella temporada, constituyeron un éxito enorme, pese a lo cual, Rudolf Bing no dejó de observar que, últimamente, Corelli se salía del escenario durante el acto segundo cuando la Princesa China, cantaba el “In Questa Reggia”, y sólo regresaba al final de este número, a cantar su parte. - Se supone que ese tipo, el Príncipe, está enamorado de ella. ¿Cómo se concibe que se largue así, sin más, sin escuchar su historia? ¿Has conquistado a muchas chicas dejándolas con la palabra en la boca? - A pesar de su aspecto, Birgit no es una chica –repuso el Tenor–. Es un pedazo de hielo metido dentro de un vestido. Y, si me preguntas si me fastidiaba su festival de agudos; te reconozco que sí. Me siento como un pegote callado durante toda esa escena; mientras el público la devora con la mirada. El Director del Metropolitan reflexionó: -   Los cantantes soi

La Llama Eterna: Relato XX –El Perfume de las Magnolias-

Texto extraído del programa de RNE "Sinfonía de la Mañana", por Martín Llade. Tarde de primavera pintada en violeta y jazmín sobre lienzos de esparragueras. Encontró a la pequeña Dolly vestida de azucena ante un circulito de guijarros en un recodo del hermoso jardín de los Bardac. La tarde iba diluyéndose, como un terrón de azúcar rosado en la infinita taza de té del firmamento. Los voluminosos dientes de Dolly enfatizaban la alegría de su carita de muñeca “ Kammer & Reinhart” , a la par que sus ojillos de tonalidad menta proyectaban una acuosa serenidad sobre cuanto la rodeaba. Un angelito sin alas, con bucles de orquídea silvestre. - ¿Qué tenemos aquí? –le preguntó él. -   ¡Tío Gabriel! –exclamó ella, muy alegre. Le explicó que era su jardín particular, en el que nadie podía entrar; ni siquiera él. Había plantado, malamente, algunos lirios arrancados de otro lugar, una ramita de cerezo, y una crucecita hecha con mondadientes. - Aquí está enterra