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Mostrando entradas de abril, 2020

La Verdad

¿Imaginas, que en cada noche oscura, con todos los astros menos la Luna, las aldeas, los pueblos, las ciudades; guardaran unos instantes de total oscuridad para que los seres humanos volviéramos a observar el maravilloso espectáculo del firmamento?  ¿Imaginas que deseáramos conocerlo, llamar por su nombre a cada planeta, cada estrella, a cada constelación; que quisiéramos seguir su paso de viajeros infatigables por el cosmos; sorprendiéndonos con cada destello de luz que atravesara las pupilas de nuestros ojos infantiles; con cada cambio, cada nuevo descubrimiento?  Quizá así arrancaríamos de nuestras conciencias, la arcaica necesidad de inventar lo sobrenatural. La Realidad nos es propia, cada uno tenemos la nuestra. La Verdad no nos pertenece, pero existe, está dentro de nosotros y en igual proporción está afuera; en todas partes, viajamos a través de ella, formamos parte de ella, y es, IGUAL para TODOS. La Verdad no la sabrás nunca, pero si quieres verla, busca u

Mariposas en el estómago.

¿Tienes mariposas en el estómago? No las dejes escapar, con ellas volará tu infancia. No sientas lástima por ellas; fuera acabarán devoradas por el dulce pájaro de la juventud. Busca una buena causa para que vuelvan a tu estómago, en ningún otro lugar serán tan libres, y tú con ellas aleteando dentro revoltosas.

'El castigo de Lonchinos' Capítulo VII: Luanda

Nuestro viaje por la N7 fue un tormento, nada que ver con la carretera vigilada y cuidada que yo recorriera años atrás pagando 3 dólares cada doscientos kilómetros. Manadas de elefantes huidos del Parque Nacional de Lomami, desorientados y nerviosos tenían ahora preferencia, y la ejercían con total impunidad cortándonos el paso durante largos ratos en los que, de no haberse tratado de vehículos acorazados, habrían acabado volcándolos y aplastándolos para sacarnos de dentro como maní de su cáscara. Al principio nuestros encuentros con los paquidermos nos hicieron cierta gracia; los españoles incluso bromeábamos con símiles taurinos, pero cuanto más al sur íbamos, más grandes y violentos eran. Al final nos acojonábamos cada vez que nos interceptaban. El peor momento fue cuando nos topamos con un grupo de hembras velando algunos de sus congéneres machos, todos ellos con sus cabezas brutalmente mutiladas para arrancarles los colmillos. El olor era nauseabundo, y no podíamos avanzar n