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Mostrando entradas de marzo, 2020

Cuarentena. Extraído de 'El Libro Rojo', de C.G.Jung

- Capitán, el chico está preocupado y muy agitado debido a la cuarentena que nos han impuesto en el puerto - ¿Qué te inquieta chico? ¿No tienes bastante comida? ¿No duermes bastante? - No es eso, mi capitán, no soporto no poder bajar a tierra, y no poder abrazar mi familia. - Y si te dejaran bajar y estuvieras contagioso, ¿soportarías la culpa de infectar alguien que no puede aguantar la enfermedad? - No me lo perdonaría nunca, aún si, para mí que se han inventado esta peste. - Puede ser. ¿Pero, y si no fuese así? - Entiendo lo que me quiere decir, pero me siento privado de la libertad capitán, me han privado de algo. - Pues prívate tú de algo más. - ¡¿Me está tomando el pelo?! - En absoluto. Si te privas de algo sin responder de manera adecuada, has perdido. - Entonces, según usted, si me quitan algo, ¿para vencer debo quitarme alguna cosa más, por mí mismo? - Así es. Lo hice en la cuarentena hace 7 años. - ¿Y qué fue lo que se quitó?

'El castigo de Lonchinos' Capítulo III: Butembo

Después de hora y media recorriendo una carretera malísima, cruzamos la bulliciosa ciudad de Butembo y nos dirigimos hacia el oeste. Avanzamos unos tres kilómetros, y al fin llegamos al punto indicado por el confidente: la carcasa vacía y oxidada d e una tanqueta reventada muchos años atrás por una mina . Permanecíamos esperando aparcados en la cuneta. Dentro del coche, el conductor ruandés, anhelando impaciente el momento de volver a cruzar la frontera hacia su país, no paraba de mirar el reloj. Raquel, a su lado, acariciaba el rostro digital de su mascota. En el asiento trasero, a la derecha, el Ranger parecía estar durmiendo tras sus gafas negras, lo que me producía cierta tranquilidad. David, en medio, observaba a Raquel por el retrovisor, y yo sacaba fotos por la ventanilla a las personas y a los escasos vehículos que transitaban: aparte de la miseria acostumbrada, nada relevante. De repente, Raquel abrió la puerta del coche, agarró su mochila, su móvil, y salió corriendo