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Mostrando entradas de enero, 2020

Lágrimas de miel

Almas entrelazadas, mejillas color buriel, esperas endulzadas, con gotas de hiel. Manos abrazadas, deseos de satén, caricias descaradas, punzadas en la sien. Versos sin palabras, poemas en papel, estrofas escritas, con lágrimas de miel. Phineas Theron

Rumbo a Eea. La estrella fugaz

Todavía con las palabras de la Stella Polaris resonando en mi mente: "dónde tu corazón te pueda llevar", hoy no he detenido mi singladura hasta bien entrada la noche. Navegando bajo las estrellas, apenas sosteniendo el timón de mi querida Penélope, pues me temo que ella sabe mejor que yo hacia dónde voy, he aprovechado el viento favorable en previsión de la tormenta que está por llegar. La luna, apenas incipiente y cubierta por un velo que augura la tempestad, dejaba ver todo el Firmamento, hasta dónde el mar lo devora bajo su velo negro. Entonces se ha cumplido el mejor augurio, he visto una estrella fugaz, que ha recorrido la Vía Láctea a velocidad de vértigo, partiendo en dos el Tiempo, de un lado el Pasado, del otro el Futuro, ella y yo en el efímero Presente. ¿Cómo detener en mi retina, lo que tan rápido ha ocurrido? ¿Cómo asimilar tanta belleza, bajo tan gran sorpresa? Admirado por el espectáculo celestial, no he tenido tiempo de formular un deseo, pero no im

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Rumbo a Eea 7. Stella Polaris

Llevo varias jornadas navegando rumbo a Oriente, y ya no miro hacia Ítaca. De día, Pelagos se sacrifica complaciente ante los deseos de Poseidón, abriendo sus carnes bajo el filo cortante de Penélope, y sangrando borbotones de espuma de mar, que dejan una estela plateada tras de mí. De noche, incapaz de guardarme rencor, me acuna y me arrulla, para que mis sueños lleguen antes que yo, allí donde han de anunciar mi llegada.  Sin embargo, esta noche de luna nueva, tras una breve cabezada al atardecer, al levantarse el telón de mis ojos, el espectáculo de la Vía Láctea es tan impresionante, que ya no he vuelto ni a parpadear. Observo el Firmamento, esperando ansioso sus destellos, sus ausencias y reapariciones, sus cambios de color apenas perceptibles, sus rayos azules fulminantes y fugaces. Lector infatigable del cielo nocturno, he aprendido a interpretar los mensajes estelares. Las estrellas conversan entre sí y conmigo, por lo que me siento feliz y privilegiado. Me cuentan pr

Aporía resuelta: ni el huevo, ni la gallina; lo primero fue el pollito

La demostración no me cabe aquí. Quien quiera el datasheet , que me deje un comentario, o me envíe un e_mail solicitándola. Phineas

No soy libre

No soy libre, pero al menos..., ahora sé..., que seré libre..., el día..., que pueda hablar..., de modo natural..., pronunciado las palabras..., como mucho..., de tres........, en tres.

El agua entre mis manos

Cada mañana, lo primero que me cautiva es la transparencia del agua escapando furtiva entre los dedos de mis manos. Recién despertada de un sueño al menos centenario, quién sabe si milenario, tan inocente que no sabe de tinas ácidas, de pilas benditas, ni de colores mezclados. Tímida y desconfiada, me recuerda a la que salía del pozo del huerto de mi abuelo, raptada por un viejo cubo de zinc, colgando penitente de una soga; que mantenía salvaje y misteriosa su negrura abismal por un instante, antes de rendirse enamorada a los penetrantes rayos del Sol. ¡Qué fresca estaba aquella! ¡Qué inocente se ve ésta! Trémula su superficie, hermosa por reflejar el rostro de mi amada, o enigmática por la cara de la Luna. Ella, que generosa ha apagado la sed de labriegos, mendigos y soldados; limpiado la tierra de las azadas, la sangre de las espadas, y de los inocentes los pecados; diluido las sopas más suculentas de los imperios ensalzados, y cocido las alubias de reinos desmoronados; calentad

Bajo el volcán

Fragua de azabache y rubí, de tu torso flameado, quedó mi deseo incendiado, y bajo la campana de Vulcano, la segunda vez que te vi. Prendido mi espíritu por ti, ahí quedó iluminado, mas, con mi cuerpo aventurado, y por tu fuego amenazado, del volcán corriendo huí. A salvo me sentí, de tu presencia alejado, y sin pena por morir abrasado, mas, aun creyendo el fuego apagado, sus brasas crecían dentro de mí. Mi oposición consumí, sin ese magma haber sofocado, de voluntad enajenado, ya sin peso del pasado, y con mi vacío iluminado, a inmolarme en ti, sucumbí. Fragua de azabache y rubí, volcán inflamado, la segunda vez que te vi.

Rumbo a Eea. 6 La respuesta.

Apenas comprendí lo que, inconscientemente, había hecho mientras dormía, el arrepentimiento se apoderó de mí. Había deseado formular en mi último mensaje tantas preguntas que ya no estaba seguro de cuál había elegido; quizá la menos apropiada, tal vez una mezcla ecléctica e incomprensible de muchas. Me apresuré a buscar la botella escudriñando en la niebla. ¿Estaría a tiempo de recuperarla? Como había calma, no podría haber ido muy lejos; efectivamente, un rayo de sol milagrosamente intenso como para atravesar la calígine la hizo refulgir verde esmeralda apenas a veinte brazadas de mí. Temeroso de que volviera a desaparecer tras la vapososa cortina de mi indecisión, hice una temeridad: até un cabo entorno a mi cintura, lo amarré al palo de mi falúa, y, del mismo modo que vine a este mundo, ingresé en el gélido reino de Poseidón. Cuando hube sacado la cabeza del agua la niebla era tan densa que no podía ver barca ni botella, sólo desolación a mi alrededor. Nadé en todas las direcc