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Canción para Valentina

Conozco una niña, manos de ángel, ojos de azul turmalina. Caracoles blancos, espigas doradas, en un sendero de arena fina. Jugando la he visto, a ser Skye, heroína en la Patrulla Canina. Alegre voltereta, poderoso torbellino, huyendo del águila dañina. Quiso la Voluntad Genuina, que la Bondad y la Belleza vivan en Valentina. Sé de una niña, labios de fresa, mejillas de campesina. Tacitas de chocolate, galletas de avena, horneadas en la cocina. Sus cabellos dorados, brillar he visto, como joyería fina. Unicornio arco-iris, jardín de flores, Tiger color mandarina. Querrá la Fortuna, que el Amor y la Felicidad llenen siempre su larga Vida. Querrá la Naturaleza, que la Sabiduría y la Paciencia reinen en Valentina.

El loro Peloro y los globos de oro

Al loro Peloro siempre le gustaron los globos. En la casa donde vivía había una niña que se llamaba Valentina que compartía su misma afición: también le gustaban mucho los globos. Había tenido hasta cuatro que se los habían regalado sus abuelos. Uno verde que explotó sin saber por qué, y otros dos de color rojo, que un día de mucho viento salieron volando hacía Balloonia, el país de los globos; así que sólo le quedaba uno de color verde. Mientras Peloro fue jovencito, y aún no sabía volar, jugaba con Valentina a que ésta le pasaba el globo, y él, dándole un empujoncito con su cabeza aún cubierta de suaves plumitas de algodón, se lo devolvía. Así acabaron jugando a algo parecido al baloncesto, metiendo a empujones el globo dentro de la cesta donde mamá guardaba la ropa para lavarla. La niña, que era más grande que Peloro, empujaba la pelota rápida, y con gran destreza encestaba antes, por eso le ganaba siempre, y Peloro se enfadaba un poco; pero enseguida se le pasaba porque era muy bue

Mi cara redondita (Gloria Fuertes)

Dedicado por Marta a su nieta Valentina En  mi cara redondita, tengo ojos y nariz, y también una boquita, para hablar y para reir. Con mis ojos veo todo, con la nariz hago: ¡achisss! Con mi boca como como, palomitas de maíz Gloria Fuertes

La Promesa

Querida Valentina, hoy cumples un año, tu primer año. Algún día, como este catorce de febrero, cumplirás cien; y lo celebrarás alegremente rodeada de muchos seres queridos. No confío en que estemos allí para acompañarte, tampoco veo fácil que tú recuerdes este momento, por eso queremos hacerte un regalo que te dure para siempre.  Queremos legarte una promesa: la de que, desde este mismo momento, cada uno de nuestros actos los haremos pensando en no perjudicar más a este Planeta, no sólo porque no sea nuestro, que no lo es; tampoco porque sea vuestro, que no lo será; ni porque no haya otro habitado, seguramente para entonces los habrá; además de por todo esto, lo vamos a cuidar porque está VIVO. La Tierra es un organismo vivo que nos ha acogido en su seno como una madre adoptiva. Nos ha permitido evolucionar, y nos ha enseñado algo esencial: si no cuidamos nuestro entorno, no tenemos futuro; con esta lección aprendida podréis colonizar otros Mundos y llevar, lo mucho bueno qu

Para Valentina

Campos de trigo, bajo la luz matutina, pintan de verde, del campo el albero, trinos de jilguero, desde la cruz de la encina. Cantan al verte, otro febrero, coros de niñas, de la escuela vecina, gritan fuerte, con júbilo altanero. Colorean el norte, del cielo mañanero: polvo de hadas, estelas de purpurina, magenta, ciano, y amarillo platanero. Son las alas de Arcolán, el unicornio aventurero, que trae volando, a Eva y Corina, se cuidará de rozarte, con cauteloso esmero. Vienen de aparte, con Sirio en derrotero, son tus amigas, frescor de mandarina, llegarán andalán, en tan veloz crucero. Van a traerte, con amor verdadero, porque tú eres quien dona, Sabiduría Divina, flores de Marte, para llenar un granero. Valentía en tu frente, de fierro y acero, clemencia repartes, sin lugar a inquina, por lo que vienen a verte, con cariño sincero. Ya que tú eres gran parte, del Cosmos entero, la que acierta, y yerra, pero siempre atina,