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Mostrando las entradas etiquetadas como IMAN

Un pececillo de agua dulce

Si el amor es el mar salado,  un pececillo de río, es el rapsoda despechado; nadando encerrado, en cristalino buétago,   e inmerso a la deriva, en el pacífico piélago;  que con el vibrante ritmo, de su verso mal rimado, el cristal de su pecera, intenta ver quebrado.  Phineas Theron, 2020

Un regalo para ti: la Libertad

Mañana el Sol se asomará a tu ventana, si busca curioso entre tus sábanas, permítele. Mañana el Sol te susurrará sin palabras: - Despiértate. No le muestres tu mirada, pero contéstale. Mañana el Sol te llamará por tu nombre: - ..... Levántate. No temas por la cera de tus alas, y en toda tu blancura, despliégate. Mañana el Sol tocará en tu ventana, ábrele; y un ejército de infantes dorados, se arrodillará ante ti. Mañana el Sol entrará en tu casa, y te dirá: - Mírame. No le ofrezcas tus ojos, pero mírale. Mañana el Sol acariciará tus alas, y te preguntará: - ¿Por qué? No le tengas miedo, y eso que nadie sabe, cuéntale.   Mañana el Sol te tenderá su mano, y traerá un regalo para ti, y con sus rayos de fuego, purificará en Mundo hasta el otro confín. Mañana el Sol se levantará aún más temprano, y lo habrá hecho por ti, y pronto tus pies y tus alas te llevarán, allá donde quieras ir. Mañana el Sol entrará por tu ventana. ¡Despiértate!   P

Alba y Celia

    A pesar del numeroso grupo de curiosos que seguían la operación, y de la gran expectación, o seguramente por esa misma razón, el aula acristalada anexa al quirófano de la Facultad, estaba en completo silencio. Dentro sólo se escuchaba el fuelle automático que asistía la respiración de la parturienta.  La excesiva concentración de los doctores no se debía a que hubieran aparecido complicaciones, en realidad todo parecía ir bien; sin embargo, esta vez nada podía dejarse a los caprichos del azar, por eso, excepcionalmente, se le iba a negar a la Vida el prodigio de un alumbramiento natural; en definitiva, iba a ser un final planificado para una gestación en la que la tecnología médica había intervenido y tenido que emplearse a fondo desde el primer momento  para asegurarse de que el embarazo llegara a buen término.  Según lo previsto, Alba nació por cesárea instantes después de las 10 de la mañana del día 30 de julio de 2003. En cuanto le cortaron el cordón y la pequeña

Arte, Belleza y Divinidad

El artista entregado a su obra, la belleza exterior e interior de su compañera, y la pureza de la deidad que les sirvió de inspiración; o lo que es lo mismo: el matrimonio Greene y Norma Jeane. Desde que conocí la existencia de Milton Greene he sentido envidia de él, no porque fuera un artista famoso, o porque su obra me sublime, que sí lo hace, no; siento envidia de él porque fue lo bastante honesto, profesional y sensible, como para ganarse el favor de que la Divinidad posase para él, y pudiera plasmar en sus fotos la esencia misma de la pureza . En 1954 el joven fotógrafo judío Milton Greene, rescató a Marilyn Monroe de las libidinosas garras del sionismo Hollywoodiense, la llevó a Nueva York y, junto con su esposa católica, Amy Franco y su hijo Joshua, la acogieron d urante cuatro años  en su casa de Weston, como un miembro más de la familia ; la primera y única que Norma tuvo. Durante ese tiempo, sin levantar recelos de su esposa, Milton pudo y supo, como nadie lo ha vuelto

Doloritas y perrico “Sisobra”.

Una familia humilde: madre y tres hijas, con el padre obligado a luchar en una guerra. Las cuatro esperaban confiadas su regreso con la puerta de casa abierta, casi sin comida ni esperanza. Se veían tan necesitadas y débiles,   que no tenían ni aliento con el que alimentar su inspiración para ponerle nombre a un perrillo callejero que, una fría tarde de invierno, decidió adoptarlas para que al menos le dejaran hacerse un pequeño ovillo junto al fuego. Sin oposición que se lo impidiera, el pobrecillo chucho se instaló junto a ellas, a los pies de la chimenea. Se le veía tan desolado y triste que apenas levantaba su cabeza del suelo ni para agradecer las caricias de las niñas. Cuando una de las hijas, Dolores, le preguntó a su madre: –   Mamá, ¿podremos darle algo de la cena al perrico? –   Hija mía, pero si casi no tenemos ni para nosotras. – contestó resignada la madre. El perrito ni se inmutó. Pero, cuando la niña insistió: – Y… ¿Si sobra algo? Entonces