La Verdad


¿Imaginas, que en cada noche oscura, con todos los astros menos la Luna, las aldeas, los pueblos, las ciudades; guardaran unos instantes de total oscuridad para que los seres humanos volviéramos a observar el maravilloso espectáculo del firmamento? 

¿Imaginas que deseáramos conocerlo, llamar por su nombre a cada planeta, cada estrella, a cada constelación; que quisiéramos seguir su paso de viajeros infatigables por el cosmos; sorprendiéndonos con cada destello de luz que atravesara las pupilas de nuestros ojos infantiles; con cada cambio, cada nuevo descubrimiento? 

Quizá así arrancaríamos de nuestras conciencias, la arcaica necesidad de inventar lo sobrenatural.

La Realidad nos es propia, cada uno tenemos la nuestra. La Verdad no nos pertenece, pero existe, está dentro de nosotros y en igual proporción está afuera; en todas partes, viajamos a través de ella, formamos parte de ella, y es, IGUAL para TODOS.


La Verdad no la sabrás nunca, pero si quieres verla, busca una cálida noche de verano, limpia y oscura; sube a un monte, siéntate sobre una piedra mirando hacia el Este, y haz en orden estas cuatro cosas:

- Cierra los ojos y mira dentro de ti por largo tiempo.

- Abre los ojos y mira hacia arriba hasta el amanecer.

- Al salir el Sol, levántate y salúdale como tú sabes.

- Vuélvete hacia el Oeste, y permanece observando hasta que veas nítidamente cuanto te rodea.

Aunque hayas visto la Verdad muchas veces, no caigas en la tentación creer conocerla, no podrás; tan solo disfruta de contemplarla con frecuencia, veras como tu Realidad, poco a poco, se va pareciendo a ella.

Phineas


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