La Llama Eterna: Relato XXXIV –El "Pecadito" del Cisne de Pesaro-
Texto extraído del programa de RNE: "Sinfonía de la Mañana", por Martín Llade. Llevaba años admirándole; su música le había parecido la expresión suma de la vitalidad, del ingenio natural, y la osadía. En definitiva la más sublime explosión de sentido del humor, ternura, y sensibilidad; jamás concentrada en una sola obra. Es verdad que había habido un Mozart, y antes que éste un Gluck, y antes unos cuantos más; pero, para Stendhal, Rossini era la culminación de todo aquél proceso; el “eslabón dorado” que enlazaría con quién sabe qué otra época gloriosa. Por eso, y sin ser músico, había escrito desde el entusiasmo, lo que podía considerarse uno de los más fervientes testimonios de idolatría, jamás dedicados a un artista vivo. Y ahora tenía frente a sí a ese artista. Y la verdad, ni remotamente se aproximaban sus sensaciones, a las que siempre imaginase que despertaría dicho encuentro. Él se había visto con convulsiones en el suelo, preso de un delirio irreprimible; p