La Llama Eterna: Relato XIV –Un “paquete” para la posteridad-
Texto extraído del programa de RNE: "Sinfonía de la Mañana", por Martín Llade. Piatigorsky recordaba como uno de los momentos más emocionantemente enojosos de su vida el día en que le presentaron a Casals, y tuvo que tocar los peores “Beethoven” y “Schuman” jamás escuchados en, al menos, un siglo. Sin embargo, el maestro Casals, lejos de arrugar el entrecejo, le había aplaudido calurosamente. Años después, cuando ya daban recitales juntos, le explicó lo siguiente: - Yo no me fijé en que tocases mal; me maravilló cómo acometías, tal o cuál pasaje, tus soluciones técnicas, tu forma de levantar el arco para remarcar una frase; o incluso en cómo cerrabas los ojos, saboreando cada melodía. Eso es lo que cuenta para mí. Enumerar los fallos, es cosa de catetos. Piatigorsky se aplicó la lección, y decidió ponerla en práctica el día en que comenzó a impartir clases a un nuevo discípulo, cuya falta de fe en sí mismo materializaba un mechó castaño, que le pendía entre