Fragua de azabache y rubí, de tu torso flameado, quedó mi deseo incendiado, y bajo la campana de Vulcano, la segunda vez que te vi. Prendido mi espíritu por ti, ahí quedó iluminado, mas, con mi cuerpo aventurado, y por tu fuego amenazado, del volcán corriendo huí. A salvo me sentí, de tu presencia alejado, y sin pena por morir abrasado, mas, aun creyendo el fuego apagado, sus brasas crecían dentro de mí. Mi oposición consumí, sin ese magma haber sofocado, de voluntad enajenado, ya sin peso del pasado, y con mi vacío iluminado, a inmolarme en ti, sucumbí. Fragua de azabache y rubí, volcán inflamado, la segunda vez que te vi.