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Terraplanismo, realidad y libre albedrío

 Antes de nada me gustaría aclarar que, a día de hoy, estoy entre la práctica totalidad de los humanos que contribuyen con su convicción a hacer posible la realidad de que nuestro planeta Tierra, así como el resto de cuerpos celestes, son fragmentos de materia de formas más o menos regulares; siendo  prácticamente esféricos los que se trasladan rotando y girando obedientes a sistemas estelares que los gobiernan.  Nada que objetar. ¿No?   Esta es la realidad que nos rodea, que todos compartimos y que la Ciencia Clásica confirma, tanto por cálculo, experimentación como, desde hace unos decenios, por simple observación. Por lo tanto, no nos resulta nada incómodo afirmar que en "verdad" así es el Universo: un espacio vacío donde la materia se va "acomodando" geométricamente en sistemas finitos, cada vez menos caóticos, ordenados por leyes físicas gobernadas por las cuatro grandes interacciones universales: la gravedad, el electromagnetismo, la fuerza de interacción at

ANARQUIA. ¡Levántate hija mía! !Que viene la guerra!

-   Levántate hija mía, que tienes que ir a la guerra. - ¿Qué guerra, padre? - La guerra por la Libertad. - ¿Libertad? ¿Qué libertad, madre? - La del Pueblo. - Vosotros sois mi Pueblo. ¿No sois libres? - Sí, pero, ¿y si vienen y se lo llevan todo? - Antes vendrá el invierno, y nos arrebatará la Vida, si no llenamos el granero. - Pero, ¿y los demás? - Los demás ya llenaron su despensa, vendiendo su libertad. - Vendrá la guerra, y les robará todo. - Pues que hagan como nosotros, y que esperen preparados a que venga. - ¿Y si todos hicieran lo mismo? - La guerra la trae el Hombre. Si todos hacemos lo mismo, la guerra no vendrá.  - Y ahora dejadme dormir hasta el alba, para que pueda peinar recta la tierra, que mañana nos dará de comer, y que algún día nos acogerá. Regada con nuestra sangre será nuestra por toda la Eternidad. "Levántate hija mía, que viene la guerra" es lo que le dijo mi abuelo José a mi madre en la madrugada del 12 de marzo de 1937. Se fueron, pero no la guerra,

Reflexiones. De la serie el Odio, el Amor; el Bien y el Mal: el Amor

 El Amor. Amar. Estoy seguro que la primera vez que conjugué en primera persona el verbo amar fue cuando, siendo aún un niño, hice mío el primer mandamiento de la IC. Así es como algunos creen que se perpetúa un imperio, inculcando el amor al emperador desde la tierna infancia. Conmigo no lo consiguieron. El Amor no se inculca, no se vende, ni se compra, no se adopta, se enseña, ni contagia. El amor es un Estado de Gracia, inalcanzable a no ser que él nos alcance, y siempre lo hace de cara, es decir: viene a nosotros, y lo hace desde otra persona; a veces, sólo a veces, de forma recíproca, y entonces la Gracia es Apoteósica. A mí me ha alcanzando en tres ocasiones:  La primera fue el Amor a la Vida, que se unió a mí para siempre en cuanto vi la luz del día brillando en los ojos de mi madre.  La segunda, apoteósica, el Amor Carnal, que me hizo padre y esposo, por ese orden; y aquí está todavía creciendo entre nosotros dos, cuatro; bueno ahora, con Valentina, cinco...  La tercera; la ter

Madre

Madre es la que, alumbrando con la peligrosa luz de las estrellas, y a riesgo de su propia Vida, revela del negro al blanco las páginas del libro de la nuestra, y nos presta su sangre como tinta para escribir la primera página. Madre es quien, con amor, desvelo, dedicación y cariño, nos mantiene, nos sostiene, despierta nuestros sentidos con dulces sonrisas, y guía nuestra mano con la noble intención de que el primer capítulo que escribimos, por si acaso, sea el más feliz de nuestra incierta existencia. Cuando la Madre, que nos ha enseñado a andar y a escribir, desinteresadamente  sigue  , incluso desde la distancia,  alumbrando  cada noche nuestro escritorio en ese momento en el que cerramos el capítulo del día, e imaginamos el del siguiente. Cuando eso ocurre, Madre pasa de ser el Título más Noble, a convertirse en un Estado de Gracia Plena, y su Luz, que se acabará apagando en la Tierra, un día pasará a ser la de una Estrella: Dolores. ¡Gracias Madre!

El Barro Infestado. Especial 1º de Mayo, by Phineas Theron

Me duelen aquellos que vinieron en el agua que mojó la tierra de nuestro planeta, para amasar el barro con el que nos crearon a imagen y semejanza suya. ¡Malditos invasores! Que violaron y preñaron a nuestra querida madre naturaleza, haciéndonos hijos bastardos; destructores de sus riquezas más preciadas, con el único propósito de obtener su contenido más inútil: el ORO. Aquellos que nos arrancaron de nuestra evolución, saltando el orden natural y, convirtiéndonos en una especie alienígena, la única que trabaja; temida y odiada por todas las demás, hasta el punto de ser aborrecida por su propia madre; aquellos siguen entre nosotros, mejor dicho, los llevamos dentro. Ellos nos obligan cada día a salir a trabajar más y más en beneficio suyo, a inculcar a nuestros hijos que hagan lo mismo porque es lo correcto. Su misión se aproxima día a día. Su objetivo: la panspermia, que seamos lo suficientemente fuertes para que los saquemos de la Tierra y los llevemos a otro Mundo donde especies, ah

LA VOZ DE ZEBULON

Pienso que Zebulón se refugia en la magnífica fortaleza de Zión; donde  oí su voz oscura, apoyándose ronca sobre el suave murmullo de los gentiles.

ANARQUIA. A propósito del Bien y el Mal

  Llevo semanas dándole vueltas a mi conocimiento sobre el Bien y el Mal. Nada mejor que la experiencia personal para elaborar una opinión. Han sido muchas las cosas que he hecho bien y mal; a veces, paradójicamente, consecuencia lo uno de lo otro. Sobre todo, daños infringidos involuntariamente bajo acciones bien intencionadas, e incluso viceversa.  Sin embargo esta evaluación hecha desde mi propia conciencia, y/o por referencias ajenas, no me ha acercado al conocimiento esencial del Bien y del Mal pues, en el fondo, todo lo que recuerdo haber hecho mal ha sido con carácter reactivo, por necesidad o de modo fortuito; y casi todo lo que he hecho bien ha sido por egoísmo, ya sea planificado, o no; pues también pudo ser de modo fortuito. Por ejemplo: un depredador que aniquila a una criatura entrañable para alimentarse, en principio no hace nada malo, y una persona dedicada a los demás bajo la convicción de que así se ganará la vida eterna en el cielo, tampoco me parece que se pueda co