NO SOY UN VAMPIRO, PERO...

Confieso Doctor Jekyll que me encanta la sangre correteando jubilosa por las venas y arterias de todos mis congéneres. Transmitiendo el ímpetu vital de sus corazones hasta el más recóndito rinconcito de sus cuerpos, por muy grandes que sean estos.


Dando empujoncitos, "pon", "pon"; ; pon", "pon", trasluciéndose como un gusanito escondido bajo la sábana de la piel, donde ésta no tiene la manta de grasa que nos protege del frío: en las muñecas, en las sienes, en algunos lindos cuellos, blancos y estilizados y, sobre todo, caldeando el cavernoso refugio de mi amada esposa.


Me encanta la sangre, Doctor, lo reconozco; pero que siga dentro. No la quiero fuera, ni de alimento. No quiero ni pensar en que tuviera que recibirla por prescripción de un galeno.


Por eso estoy seguro de que no soy un vampiro, al menos uno al uso; pues, sin embargo, de un tiempo a esta parte me pasa algo que se encuentra en el mismo ámbito: la sangre y el alimento.


Y es que anhelo alimentarme del espacio vacío que dejan aquellos que no son "sangre de mi sangre", en cuanto ya se han ido. 


No me mire así Señor Hyde, no es que los vaya echando de mi lado. Han de irse. Esa es la gracia de mi juego: permanecer agazapado como un depredador hambriento hasta que su voluntad, o el destino, los mande permanentemente para otro sitio, para 
entonces abalanzarme sin piedad sobre el espacio que han liberado, a fin de que sea ocupado por los "Míos".


¿Cree usted, Doctor Jekyll, que esto que me pasa es una enfermedad metal, una perversión, o una condición del alma?


Antes de contestarme, permítame que le diga que yo opino que es esto último; pero, aunque no me consuela, sé que no soy el único. Ni siquiera creo que sea un mal de nuestro tiempo. Creo que esto le ha pasado antes a muchas personas, sin perjuicio suyo, ni escándalo para nadie. Por lo que, no es por eso que vengo consultarle. 


En realidad mi preocupación, y el motivo de mi visita, se centra en otra obsesión que me ocupa de un tiempo a esta parte, y es el hecho de que otros, con mi misma necesidad alimenticia, no sean tan considerados como yo; y, en lugar de esperar a que se cumpla mi destino, o asegurar el de los míos; y temiéndome por lo mismo, me hisopeen como a un vampiro con ese nuevo rocío colmado de polvo de estrellas muertas que se han inventado, y que nos consumirá en las llamas del infierno, vaciando el espacio de nuestros cuerpos, para invasión y disfrute de los... "Suyos".


¿Qué opina doctor? ¿Tengo razón para estar 
obsesionado? ¿O son paranoias mías, y no debería ni estar preocupado?

Dígame Doctor. ¿Doctor? ¿Qué hace con esa jeringuilla? ¿Doctor? ¡Señor Hyde! ¡No! ¡Con rocío de estrellas muertas, no! 


¡¡¡NOOoooo!!!


!!!!VA DE RETRO!!! ¡¡¡NECAT ASTRAAAaaggggghh!

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