Evolución: GAME OVER
La doctora Nako no había pegado ojo; su emoción seguía superando a su cansancio. Justo cuando el frescor de la mañana le inducía el sueño, sonó su celular. Era Mizelede, el internista de guardia. El tono de su voz no estaba impregnado con la alegría del día anterior cuando, tras dos años de pruebas y millones de personas fallecidas, dieron por buena la última vacuna contra el Ébola.
¾ Buenos días Tumaini. ¿Puedes venir al hospital? -le había solicitado con preocupación.
¾ ¿Qué ocurre? No me digas que tenemos un positivo.
¾ No, no es eso.
¾ ¿Entonces?
¾ No soy capaz de explicártelo por teléfono. Tienes que verlo.
¾ Pero… la rueda de prensa es a las doce.
¾ Es preciso que veas esto antes. Te esperarán.
¾ ¿Cómo voy a hacerles esperar? Han venido periodistas de todo el mundo. Los mejores. No puedo hacerles esperar.
¾ Tu me conoces. No te pediría esto si no fuera más importante. Hazme caso, lo que quiero que veas lo cambiará todo.
¾ ¿Tenemos un positivo? ¿Es eso? ¿Ha mutado?
¾ No, no es eso. Sigue siendo un éxito. No son malas noticias, pero, por favor, ven.
¾ ¿Cómo voy a hacerles esperar? Han venido periodistas de todo el mundo. Los mejores. No puedo hacerles esperar.
¾ Tu me conoces. No te pediría esto si no fuera más importante. Hazme caso, lo que quiero que veas lo cambiará todo.
¾ ¿Tenemos un positivo? ¿Es eso? ¿Ha mutado?
¾ No, no es eso. Sigue siendo un éxito. No son malas noticias, pero, por favor, ven.
¾ Está bien. Voy –repuso finalmente la doctora a regañadientes.
Se aseó rápida, abandonó la habitación del hotel Kivu Serena de Gisenyi, y se puso rumbo al hospital de Butembo. Dos horas después entraba por la puerta del laboratorio.
¾ ¿Qué pasa?
¾ Mira esto –le pidió Mizelede, mostrándole la pantalla del microscopio.
¾ ¿Qué broma es ésta? –exclamó Tumaini enfadada, y añadió–: ¡¿para ésto me has hecho venir?!
¾ No es broma. –afirmó Mizelede muy serio, con la complicidad de todos los presentes.
¾ Entonces... ¿Ese mensaje...?
¾ Ese mensaje lo han escrito ellos. Te lo juro –confirmó Mizelede, con todo el peso de su confianza.
¾ ¿Los virus? –no puede ser, suspiró la doctora, incapaz de creer lo que estaba viendo.
¾ Entonces... ¿Ese mensaje...?
¾ Ese mensaje lo han escrito ellos. Te lo juro –confirmó Mizelede, con todo el peso de su confianza.
¾ ¿Los virus? –no puede ser, suspiró la doctora, incapaz de creer lo que estaba viendo.
Y es que , en la pantalla, conformado por los cuerpos de millones de virus activos agrupados, podía leerse la siguiente frase: GAME OVER