ARACNOFOBIA

Soy bastante "aracnófobo", pero me acostumbré a convivir con ellas. En la casa del pueblo, en el granero, había de las que tienen un cuerpecito pequeño y las patas largas, muy simpáticas e inofensivas. Me gustaba cabrearlas y que se pusieran a temblar agitando su tela; incluso me atrevía a cogerlas con la mano. Luego estaban las de los agujeros de los tochos del corral; auténticas devoradoras de moscas. Me divertía cazarlas, arrancarles las alas y echarlas a la entrada del agujero de telaraña. No tardaba ni dos segundos en salir a darle matarile. Pero, cuando se "barruntaba" cambio de tiempo, de repente en el lugar más insospechado de la casa, aparecía la abuela de todas ellas: grande, peluda, marrón oscuro y con cara de mala ostia. Era tan grande el susto que me llevaba, como desagradable su aspecto después de probar la zapatilla de mi madre.
                                                                                                                            PhTh (FB 03-02-2018)

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