Relatividad.

Tras el cristal de su realidad, observa inmóvil el pasajero estoico cómo el mundo que le rodea se disuelve en la bruma viscosa de sus sueños y se reconstruye cada vez que su mirada regresa del infinito interior de sus pensamientos. Nada se mueve, sólo el tiempo. No hay viaje, sólo cambio metafísico.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La Llama Eterna: Relato XVI –La Bendición Gitana–

ANARQUIA. Los Estados Unidos de Ibérica

La Llama Eterna: Relato XIII –“Esponjita”-