Nuestros Hijos.

Nuestros hijos no nos pertenecen, son sólo los portadores anónimos de nuestro pasado. Debemos prepararlos para la Vida, despertar su consciencia y, llegado el momento, observarlos desde la distancia que ellos establezcan, disfrutando de sus éxitos, y siempre dispuestos a ayudarles cuando nos lo pidan.

Entradas populares de este blog

La Llama Eterna: Relato XVI –La Bendición Gitana–

ANARQUIA. Los Estados Unidos de Ibérica

La Llama Eterna: Relato XIII –“Esponjita”-