'El castigo de Lonchinos' Capítulo X: Paola
Cuando regresé al hospital, Paola se encontraba en el baño. Llamé a la puerta, pero no respondió; insistí, y nada. Una súbita sensación de tragedia me invadió. Abrí la puerta de un empujón. Paola estaba sentada en el suelo, cabizbaja, con el cuerpo apoyado en la esquina de la ducha. Sus muñecas tendidas sobre la loza, alimentaban sendos chaquitos de sangre que se filtraban por debajo de sus muslos, para emerger de nuevo entre sus piernas llevándose por el sumidero, sin prisa, y sin pena, los últimos bocaditos de su Vida. Un minuto más tarde, y la hubiera encontrado muerta. Diez días más tarde, cuando recuperó la consciencia, al vernos a Erika y a mí junto a ella sonriendo, rompió a llorar, y con un hilo de voz nos dijo: - Maldita sea, sigo aquí. Ya no sirvo ni para quitarme la vida. - No digas eso, mamá. Si te llegas a morir, yo me hubiera ido contigo –le respondió Erika, abrazándose a ella llorando. - No hija mía, no. Lo hice por ti, por vosotros. No tengo a nadie en el...