El sueño del Yo.
Yo he estado durmiendo. Yo he tenido un sueño: viajábamos mi esposa y Yo, solos. Yo conducía. Íbamos muy despacio, por un camino flanqueado por árboles; pinos grandes, viejos y con sus troncos retorcidos. Hablábamos de trivialidades, de mi trabajo. Como siempre, Yo dirigía la conversación, con elocuencia y cierta vehemencia. Ella disfrutaba mirando el paisaje con su acostumbrada dulzura y serenidad, y como, la “puñetera”, es capaz de hacer varias cosas a la vez, me seguía la conversación y tecleaba mensajes a nuestra hija. Atolondrado por mi disertación, Yo tomé un desvío y me acerqué a la orilla de un lago. La superficie era tensa y oscura. Pulida; en ella se reflejaban, el Sol, las plantas acuáticas y los montes circundantes. Nuestro camino, atravesando una ligera pendiente de césped, parecía terminar en la orilla. Yo seguí conduciendo hasta pisar el agua con las ruedas delanteras. Yo, miré y pude ver que el camino se introducía en el agua. Sin parecerme demasiado extraño, Yo deci