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Nino Bravo. In memoriam

Murió el hombre, su voz no morirá jamás. Aunque cierren todos los Karaokes, se acabe la electricidad y se gasten todas las pilas, mientras haya un hombre a quien le guste cantar, tenga voz y cuente con la protección acústica de una ducha de agua, oiremos a Nino, o algo parecido. Su espíritu permanecerá.

Agua, III: Agua para todos.

Si se hace racionalmente, en el camino del agua hay lugar para casi todo; en orden: esquí, pesca, producción hidroeléctrica, boca, riego, vela, rafting, piscifactoría, ganadería, otro riego, industria, ocio, más riego... Eso sí: todos toman, todos pagan; por consumo y proporcionalmente al beneficio obtenido; y ninguno ensucia ni malgasta. Quien consume tiene preferencia sobre quien no lo hace, pues se entiende que consumir agua es esencial para él (boca, ganadería, agricultura e industria, por este orden) Hay una cantidad que es propiedad de la Naturaleza, se trata del caudal ecológico o de mantenimiento del ecosistema. Calcular este caudal en cada tramo es posible y es una obligación responsabilidad de los técnicos competentes, escuchando a todos los partícipes; para eso están las Confederaciones Hidrográficas. Saludos septentrionales.

Relatividad.

Tras el cristal de su realidad, observa inmóvil el pasajero estoico cómo el mundo que le rodea se disuelve en la bruma viscosa de sus sueños y se reconstruye cada vez que su mirada regresa del infinito interior de sus pensamientos. Nada se mueve, sólo el tiempo. No hay viaje, sólo cambio metafísico.

Graffiti.

Algunos encuentran en los rincones de nuestra cotidianidad, el vacío perfecto donde perpetuar sus sueños. Pobres ingenuos, no saben que nuestra cotidianidad es tan efímera como sus mejores sueños.

Otón.

Es mucho más justo morir uno por todos que todos por uno. Hace unos días, comiendo con un buen amigo, común a muchos de nosotros, (si quiere que se manifieste :) ), me comentó un hecho histórico que yo desconocía; no porque ese día no asistiera a clase de historia, si no porque carezco de la formación histórica necesaria.  Se trataba del efímero (tres meses) emperador romano, Otón; que tiene a gala haber sido protagonista de un hecho apenas emulado (acaso por uno de Santiago de Chile y por otro de Belén, aunque de éste no lo tengo muy claro). Otón sacrificó su vida para evitar la muerte de muchos en una batalla iniciada por él mismo y que no necesariamente daba por perdida.  Llevo dos semanas dándole vueltas a la gesta de éste romano, y me pregunto si, por el bien de ya no de muchos si no de casi todos, no es el momento de que alguno(s) de los que nos han llevado a este debacle socio-económico se sacrifique, dejando de la voluntad o de la conciencia de otros, la decisión de acompañarl

Agua, II: Aquademia.

Hay aspectos de la cultura humana que precisan de una atención especial, tal era el caso de la seguridad laboral que, ante la sangría de accidentes de trabajo, hizo necesaria una legislación penal de urgencia para los responsables y una formación tardía, intensiva y recurrente de todos los trabajadores, hasta conseguir una reducción drástica de los accidentes de trabajo. La Cultura de Seguridad todavía no es asignatura troncal en la educación primaria, así nos va aún. Pero, a lo que iba, ¿y la Cultura del Agua? ¿Como andamos de ésta? Mal. La urbanización de la Sociedad nos ha separado de la preocupación por el agua y nos ha convencido de que es un producto de consumo que otros fabrican y nos ponen en casa a un precio asequible, pero cada vez más ligado a los caprichos liberales de modo que, algún día, no todos tendremos capacidad de adquirir agua de calidad. ¡Pues no señor! Agua potable para beber, aire limpio para respirar y el suelo firme donde pisar, son derechos inalienables de t

El Tesoro de Puerta Cinegia.

Hace años, tomaba a diario el autobús en la Plaza de España, frente al espacio vacío, demolido y cercado, donde ahora se encuentra el centro comercial Puerta Cinegia.  Mientras aguardaba a que llegase el urbano, observaba de reojo algo que durante un tiempo me hizo soñar despierto: se trataba de una caja fuerte empotrada en uno de los muros descarnados que delimitaban el solar en obras citado; antes, tabique norte de un tercer piso, aún recubierto por jirones medio despegados de un papel pintado, horroroso. Lo que más me intrigaba era que, a pesar de que hacía meses que los obreros habían derribado los pisos, la caja permanecía cerrada. Qué honrados los obreros pensaba. Seguro que está vacía, me decía a mi mismo; pero…, y si unos por otros, nadie intentó abrirla; ahora, a esa altura ya nadie llega. ¿Qué tendrá dentro? Seguramente documentos de algún comerciante de ultramarinos finos (¡Cómo me gusta esta palabra!) de los que había en el Coso. Quién sabe si dinero antiguo. De regreso a