Hoy he sido una almeja de río.
Siempre me había intrigado qué interés podría tener por vivir un organismo que se pasa la vida en el fondo cenagoso de un río, sin otra relación con el Mundo que la caricia, no siempre cuidadosa de algún canto rodado; por ejemplo una almeja de río. Hoy he comprendido la maravillosa sensación de sentirse vivo, no por la relación con los demás, ni por la contemplación de un universo lleno de paisajes coloridos. La gran satisfacción de una almeja es su propia contemplación interior: una gran factoría, celosamente protegida, cuya misión es filtrar agua para obtener de ella todo lo necesario para crecer más y más, depurando cada vez más agua; esa es su función, esa es su vida. No se crean que es aburrido, con todos esos mecanismos: tubos, válvulas, rastrillos, filtros, depósitos de productos químicos que suponen un inmenso esfuerzo fabril. Mientras he sido almeja, no me ha importado si era de día o de noche, si hacía frío o calor; he disfrutado s...