Terminadas las contiendas, y llegada la ansiada paz; mucho tiempo después, cuando ya andan más sosegadas algunas conciencias, aunque muchas, afortunadamente, nunca se sosiegan; y comienzan a revolverse las tierras, puede verse con frecuencia que, al sacar a las víctimas de sus fosas, algunas, las menos, aún portan sus carteras. Dentro, los arqueólogos de la desdicha encuentran pruebas que pueden ayudar a identificarlas: fotos de la madre, la novia, la esposa, hijos, la mascota, el coche, la moto..., una foto propia, o de otra persona ignota, algo de dinero, un poema, una oración, un mechón de pelo, a veces especialmente rizado, un condón, monedas oxidadas, una estampita, tarjetas de crédito, documentos de identidad, una llavecita misteriosa, una servilleta plegada con un número de teléfono; una pegatina, el carnet del partido, o del equipo, una frase escrita en un alfabeto inventado, un volante médico, un trébol de cuatro hojas desecado, un botón de marfil, un tornillito, un diminuto p...