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El Pequeño Miliciano Catalán.

Si Cataluña se separa de España (lo cual no deja de ser un imposible) este fragmento de Historia real que hasta ahora residía sólo en la memoria de mi familia, dejará de tener sentido: Verano de 1938, margen derecha del Río Ebro, en un pueblecito del Bajo Aragón a 12 kilómetros de Belchite, una niña rubia de siete años observa con apasionado deleite a un muchacho apenas diez años mayor que ella. El joven, que se hospeda en casa de mis abuelos, pasa horas atando latas de conserva vacías con una cuerda de esparto hasta hacer con ellas un tren que luego arrastra por el corral entre saltos de conejo, ladridos de Canelo y estrépito de gallinas flacas que improvisan un vuelo desganado para refugiarse en el bardal. De repente suena la sirena. Tocan generala. Cunde el pánico. Mi abuela, con la pequeña Manuela en brazos, grita: -Dolores, Pascuala, corred, bajad al trujal. Simón Agramunt, el joven miliciano natural de Mataró, ferroviario de vocación, abandona su tren y corre a esconder

Echo de menos a José.

Dicen, que en algunos lugares de nuestra abismal e incronometrable geografía humana, desconfían de los vecinos que no ahuyentan a los extraños. Yo confío siempre en Martha, por eso, cuando José se acercó a nuestra mesita de bar, revestido de abalorios que ofrecernos a cambio de un poco de vida con la que animar su maltratado cuerpo unas horas más, y ella le devolvió una sonrisa, yo asumí que tal vez iba a comprarle algo. Claro que con lo que yo le comprara, no iba a llegar las diez, y ya eran menos cuarto. Irreverente primer-mundista, sin ceremonia de regateo alguna, le compré un elefante, y el hombre, recogiendo con destreza mis dos euros con su mano larga y gris de negro maduro y enjuto, se fue tan triste como vino. El viejo africano debió vender bastantes relojes con los que nunca mediría su tiempo, y muchos elefantes, o al menos los suficientes para sobrevivir exactamente una semana, pues el sábado siguiente, a las nueve y media, sentado en nuestra mesita del “Van Gogh” des

LA HUMANIDAD: UNA ESPECIE CON OBSOLESCENCIA PROGRAMADA

Desde las calzadas y los canales romanos, la Humanidad no ha creado nada laico cuya vocación fuera la de durar para siempre ; ni siquiera la Gran Muralla china, pues, aparte de su majestuosidad, su función de fortaleza terminó cuando acabó la amenaza de los guerreros mogoles. Cada vez que hemos intentado tener una perspectiva milenaria de nuestra existencia, ha llegado una oposición imparable que "suavemente" la ha reconvertido en promesas del Más Allá. Ya no pensamos en la eternidad de nuestra Especie, si no en la del Individuo; eso sí, después de la muerte. !Vaya timo! Han habido intentos de crear ideologías milenarias, ninguno acertado, y todos malogrados al enfangarse en el instinto egoísta del nacionalismo y el racismo; curiosamente diseñados siempre en torno a la misma fuente espiritual. Hoy, la perspectiva vital de moda para los humanos se circunscribe entre trabajar como un burro para conseguir una larga jubilación (sometida ahora a una campaña de inviabilidad

ROTONDA REVISITED I. Buscando una explicación.

Hace más de dos años que Israel, el Rey de Rotonda, abandonó su Isla; y no ha vuelto. No se despidió de mí, pero días antes de partir, me dejó un mandato: -Amigo Phineas, si la laberíntica espiral en la que nos encontramos tiene su salida en un Agujero Negro, para escapar hay que ir a la entrada, al principio del sendero ensortijado. Hay que volver a la Madre. Hay que regresar a ÁFRICA. Súbdito fiel, volé a África después que las golondrinas, cuando ya habían caído las primeras nieves. Él no sé dónde se fue, pero me han dicho que al igual que las abejas reinas deambulan rodeadas de su enjambre buscando el mejor lugar para su panal, le vieron haraganear por los barrios residenciales acompañado de otros vagabundos buscando su nueva Arcadia. Hace unos días que volví de África, y he vuelto realmente decepcionado: la Madre de la Humanidad ya no es fecunda. En África ya no nacen africanos, si no europeos negros deseosos de abandonar ese útero donde se gestaron, por excesivament

Los Labios de Martha

Labios, que son pétalos de rosa que perfuman tus palabras amargas, cuando éstas son susurros. Labios que son brasas, que arden, y calientan el aire que sale de tu pecho, frío en el jardín. Labios, que son lazos rojos que rodean tus palabras como un regalo, cuando éstas hablan de mi. Phineas Theron 23 de julio

DECALOGO DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES DEL CUERPO HUMANO.

7.1.18.3 El Cuerpo Humano. Es la Materia (4) Deseada (1) por el Arquitecto (10) para cobijar a uno, o más Seres Humanos (7.1.5). 7.1.18.3.1 Declaración de Derechos Fundamentales del Cuerpo Humano : Artículo PRIMERO : Todo Cuerpo Humano tiene derecho a no ser Idéntico () a cualquier otro Cuerpo Humano, Vivo (7.1.10), o Muerto (7.1.12). Artículo SEGUNDO : Todo Cuerpo Humano tiene derecho a Nacer (7.1.8) y a tener Espíritu (2.7) propio, independiente del Ser Humano (7.1.15) que lo Habite (). Artículo TERCERO : Todo Cuerpo Humano nacido tiene derecho al menos a un Ser Humano (7.1.15) que lo Habite (). Artículo CUARTO : Todo Cuerpo Humano nacido tiene derecho a: Crecer (), Familiarizarse (7.1.5.2.1.1), Relacionarse (), Aprender (), Refamiliarizarse (), Reproducirse (), Desaprender (), Morir (7.1.12) y Biodegradarse (). Artículo QUINTO : Todo Cuerpo Humano tiene derecho a ser respetado por el Ser Animado (7.1) que lo habita, tanto en su Anatomía (), como en su Fisonomía (), Nat

Resistencia: AVISO -NOTICE-

Quizá muy pronto alguien se suba al cajón más alto de la Humanidad para vocear que esto está muy mal, que es necesario un mayor "Esfuerzo Global" para evitar lo peor. Nada que no intuyamos todos, como cualquier animal cuando se acerca un desastre natural. Lo malo será que el Mensaje hablará de hecatombe, en su primera acepción, y llamará a la Comunión de unos para escamotear la Tormenta que se acerca y que, sin duda, limpiará la faz de la Tierra de aquellos que no sigan sus consignas. Querrá convertir el Cambio Climático en el nuevo Diluvio Universal, y llamará a construir una nueva Arca a la que sólo subirán los "creyentes". Quizá lleve razón en que estamos acelerando un proceso natural hasta convertirlo en irreversible, quizá proponga medidas de austeridad que palíen el efecto invernadero, y otras ultra-novedosas como por ejemplo: ir en bicicleta al trabajo. Tal vez  revele algún secreto científico que nos lleve a confiar en la inocuidad de la energía atómi