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La plaga que "plega"

La garantía de nuestra supervivencia pasa por el control demográfico; y éste no llegará sin ateísmo. Las Religiones son una invención humana arcaica que justifica nuestro desprecio a este Mundo que nos cobija, bajo la falsa garantía de Otro Mundo Nuevo e Inagotable, perfecto; y para nosotros solitos. En resumen, la Solución: una Humanidad Poliétnica, pero ajustada en número a los recursos del Planeta, que sólo crea en sí misma porque conoce y admite sus debilidades y sus limitaciones, tan bien como sus virtudes y capacidades. Eso, o seguir arrasando un Planeta Huésped, esperando el milagro científico que, sin tener que ir soplando por el culo de un tubo, nos permita viajar a otro Planeta que devastar. Somos una plaga que "plega".

CRÓNICAS AFRICANAS. Capitulo II -Annobón. Entrar en África por la puerta "gatera"-

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La primera en la frente. En cuanto bajé del avión, comenzó mi aventura africana. Al mosqueo inicial del inesperado perfil "redondeado" de la isla de Bioko, con un enorme cráter "redondo" y lleno de agua negra en su centro, que me dio la impresión de que había huido de "Rotonda" para acabar en "Redonda", le sumé el bofetón de calor húmedo que recibí en cuanto comencé a bajar la escalerilla del McDonnell Douglas MD-80; pero eso no fue lo peor. No me extrañó que el resto del pasaje, en su totalidad de raza negra, me despertara en medio de un gran alboroto pocos minutos antes de aterrizar; claro que, como todos hablaban en bubi , o, fang , yo no entendía absolutamente nada.  <<Deben  llevar meses reprimiendo su lengua materna.  Será la alegría de volver a casa.>> pensé Me esforcé en sentir lo mismo. Después de más de tres millones de años de evolución malograda, el Australopithecus Afarensis , al fin volvía a casa. Jubiloso po

CRÓNICAS AFRICANAS. Capitulo I: Malabo, Puerta de África

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Amanece, y desde la ventanilla del avión observo una Tierra Nueva: la isla de Bioko. ¡Joder! ¡Es bastante Redonda! Y tiene extrañas formaciones circulares; eso me inquieta, no lo esperaba.  La bruma matinal se disuelve en segundos evaporada por el amanecer ecuatorial. Ya adivino el aeropuerto de Malabo. ¿Aeropuerto? No, puerta, la "Puerta de África". Continuará...

VAGABUNDO: - Rotonda desde el aire- CAPÍTULO XI Y ÚLTIMO.

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Desde la ventanilla del avión, Rotonda, azotada por el frío y cubierta de nieve, parece una cebolla partida por la mitad, con sus múltiples capas blancas y jugosas, y su corazón ligeramente verdoso, en cuyo centro ya apenas se adivina el minúsculo Agujero Negro que acabará por devorarla completamente.  Las cebollas partidas siempre me han hecho llorar. Lloro, pero mis lágrimas ya no riegan la tierra exhausta de Rotonda; no lo harán nunca más; ahora vuelan hacia el campo lejano donde un día brotara la semilla de la Humanidad. Dejo Rotonda.  Oiré los cantos de sus sirenas en sueños y despierto, pero no volveré a verla jamás, como no volvieron las oscuras golondrinas en cuanto se aprendieron nuestros nombres verdaderos: - ¿Armonía? No, Amenaza. - ¿Sostenibilidad? No,  Expoliación . - ¿Respeto? No,  Invasión. - ¿Naturalidad? No, Artificio. Porque yo también me he aprendido nuestros nombres auténticos:  - ¿Sabiduría? No, Fe. - ¿Cultura? No, Costumbre. - ¿Fraternidad? No, Ti

El gusano Pin

U na vez existió un país llamado Moréria, donde vivían dos hadas: Luz, un hada buena, y Rufa, un hada malvada. Todo iba bien en Moréria, porque el hada Luz, se encargaba de que Rufa no hiciera nada que estropeara demasiado la tranquilidad de sus habitantes. Para ello, se valía de su Magia más poderosa. Un día, que la niebla inundó la campiña; mientras Luz dormía, Rufa aprovechó para robarle el cofre donde guardaba su Magia. Cuando levantó la niebla, Luz despertó y se asustó mucho al comprobar que le habían robado. Enseguida sospechó de Rufa, así que fue a verla. Ésta, que no negó su mala acción, le dijo con prepotencia: ¾   Te devolveré tu magia si me traes el vestido más precioso que jamás se haya visto en Moréria. Y si no lo tengo antes de la próxima Luna Nueva, te convertiré a ti, y a todos tus amigos, en piedras grises para siempre. Incapaz de hacerle frente, Luz volvió desesperada al bosque donde vivía. Al encontrarse a sus amigos, rompió a llorar. Al verla t

VAGABUNDO X -Adiós a Rotonda-

Rotonda no es el Jardín del Eden, si no la patria distópica de los náufragos de nuestra Sociedad. Por mí, perdida en su memoria narcotizada por el agrio fermento de su dulce esperanza podrida, puede seguir vacía y olvidada por tanto tiempo como la casualidad desee. Mientras tanto, atado al mástil de mi comodidad, escucho en la noche cantos de sirenas de destellantes rojiazules, y la observo tan atraído como receloso: imaginándome vagabundeando por sus praderas verdes, buscando la atención de una juventud que ya no escucha a sus ancianos, o miccionando penitente entre los setos; y me aterrorizo pensando: <<ese no sería mi peor destino, el peor sería que en lugar de ser yo el náufrago, lo fuera alguno de mis hijos>>. Quizá la Humanidad lleva varios centenares de miles de años caminando por un sendero, no quiero decir equivocado, si no errado. Errados son los pasos que no conducen a ningún sitio, acaso a girar, una y otra vez, en torno a un espacio finito, el Paraíso.

LA LLAMA ETERNA: Relato XLV - Los tres “Ratas” -

 Texto extraído íntegramente del programa de RNE: "Sinfonía de la Mañana", por Martín Llade.    La Puerta del Sol, estaba a rebosar aquella tarde de enero, cada uno en su respectivo puesto, las manos hundidas en sus abrigos; contemplaban el trasiego del paisanaje humano, con aparente indiferencia. “El Piñata”, se encontraba frente a la Casa de Correos; “Canovitas”, en la parte que da a la Plaza Mayor; mientras que “Gurriato”, controlaba la zona a los parroquianos que se dirigían a la misa en “El Buen Suceso”. Había helado, y el pavimento deparaba desagradables sorpresas a los viandantes; por ejemplo, a una ancianita que resbaló y punto estuvo de dar con sus huesos en el suelo; “Gurriato”, la sujetó a tiempo, a lo que la anciana replicó con un agradecido encogimiento de hombros. “El Piñata”, miró la hora en el reloj de la Casa de Correos; pronto se haría de noche, y era menester ir pensando en la retirada. Abandonó su puesto, e hizo señas a los otros, que se l