La Llama Eterna: Relato VI -Nuestra pasión fluyendo por las venas de otros-
Fuente: RNE Sinfonía de la Mañana (Martin Llade) Como caída del cielo, con alas de tafetán negro, había surgido ella en el momento en el que él más la necesitase. - Escriba Usted sus maravillosas obras, y no se preocupe por el resto, que eso será cosa mía –le escribió. A partir de ese momento, su posición quedó asegurada. Cada año podía dedicarse a componer la música que le dictaba el corazón, sin cortapisa alguna, y todo gracias a ella. Sólo le impuso una condición: “bajo ningún concepto, debían verse jamás”. Aunque lo encontró extraño, aceptó, si bien no hubiera tenido nada que temer de él; y así, al no mediar la mirada del día entre ambos, pudieron desnudarse mutuamente a través de sus cartas. Y ella le habló de los terribles estragos de su matrimonio, y de su resistencia a volver a someterse a hombre alguno. Él también le habló entonces de lo desgraciado que fuera tras su boda, de su intento de suicidio, y de cómo su madre, que tan pronto se marchase, le cantaba