Entradas

Boilgue's Kingdom, revisited

(Leer antes el capítulo El Reyno del  Boilgues ) Es muy cortito. Han pasado seis años desde la última vez que Ramón estuvo en la Central Hidroeléctrica de Vallanca, y cinco desde que ésta ya no es responsabilidad suya; pero tenía que volver, y ha vuelto. Al final, los acontecimientos fueron más diligentes que su razón, y justo cuando decidió qué haría con aquél pino enorme que amenazaba con caerse, poniendo en riesgo la integridad de la central (ya en desuso desde tiempo atrás) y lo que realmente le importaba: la vida de alguna persona; le cambiaron de empresa, y dejó de ser problema suyo. Casualmente, Ramón firmó y envió el informe el mismo día en que se separaron las Anónimas Sociedades que colonizaban el agua del Reyno del Río Boilgues, quedando él en la que abandonaba ultramar. Pero Ramón no se olvidó de los reyes consortes, ni liberó su conciencia de la necesidad bipolar de garantizar la seguridad, o mantener la tradición y la familia real hasta sus últimas consecuencias

Reparando el concepto de Democracia. Parte VIII -La Aureocracia-

REPARANDO EL CONCEPTO DE DEMOCRACIA Parte VIII                -LA AUREOCRACIA-

El bosque tenebroso y el soldado Torres.

 De esto hace ya más de veinticinco años (hoy 2014), y todavía se me eriza la piel cada vez que lo recuerdo. Íbamos diez en expedición por el Pirineo Oscense; cosas de la mili. Era la cuarta jornada de una marcha que comenzó en la residencia cuartel de Cerler, con escalas de campaña en Bonansa, Roda de Isábena, Santaliestra y San Quílez, y final previsto en Aínsa, donde nos reuniríamos con el resto de la Brigada. Tras pernoctar en Las Eras de Santaliestra, y tomar un desayuno repelido por la resaca de la noche anterior, partimos camino del Humo de Rañín, donde teníamos planeado preparar nuestro siguiente vivac. Habíamos madrugado mucho; aún no se había asomado el Sol por encima del Morrón de Güell, y bajo el horizonte de nuestros ojos ya podían verse los Tozales de la Virgen y el de Ligüerre, atenazando las aguas del Ésera hasta retorcerlas en una serpentina celeste y espumosa. Los primeros repechos de la sierra de Formigales, despertaron por fin nuestro apetito y, cuando a eso

Reparando el concepto de Democracia. Parte VII -La República Phi-Armónica-

REPARANDO EL CONCEPTO DE DEMOCRACIA Parte VII                   -LA REPÚBLICA PHI.ARMÓNICA- En el capítulo anterior: --Sube -me pidió Isis, después de que uno de sus (nuestros) esbirros abriera la puerta trasera de un Hammer negro. En cuanto Isis se hubo acomodado a mi lado, como una exhalación, salimos seis Hammer disparados por una  rampa larga, al final de la cual, una puerta acabó de abrirse justo cuando el morro del que iba delante de nosotros la alcanzó. Contra lo que yo esperaba, entramos en la autovía que permanecía desierta. A toda velocidad, avanzamos en convoy. Apenas llevábamos un minuto de viaje cuando disminuimos ligeramente la velocidad, varios coches dificultaban el paso, entre ellos nuestra furgoneta. Estaba abandonada y carbonizada, de mis convecinos, ni rastro. ¿Era aquél el fin de nuestra Democracia? Hasta donde alumbraban los focos, la escena de la barbarie estaba completamente desierta. Tampoco perdimos ni un minuto en comprobar si había herid

Reparando el concepto de Democracia. Parte VI -El Club Isis-

REPARANDO EL CONCEPTO DE DEMOCRACIA En Capítulos anteriores: Como soy así de oportuno, abrí mi primer y último negocio, un taller de Filosofía, en medio de una crisis social inducida por el hastío capitalista, huésped del virus social de la intolerancia, que estaba convirtiendo a las personas en una masa violenta y gregaria, conducida por unos individuos proselitistas: los "pastores"; llamados así por su habilidad para reunir y conducir rebaños humanos infectados. Resignado a no recibir ni un sólo cliente, fue para mí una gran sorpresa que, nada más abrir la puerta, entraran a toda prisa cuatro intelectuales trayendo consigo "a rastras" el destartalado concepto de Democracia, instaurada en nuestro Estado después de la dictadura. Venían perseguidos de cerca por la chusma infecta. Tan apresurados como vinieron, se largaron para poner a salvo sus interesantes y "culturalizadas" vidas, dejándome la responsabilidad de restaurar y poner a salvo su apreciad

La tribu de los Kaïri-kó y las gallinas ponedoras.

            Hace muchos, muchos, muchos años; érase una tribu de la etnia Kio-mañón conocidos como los Kaïri-kó. Apenas cuatro docenas de indígenas que, desde tiempos inmemorables; vamos, ellos ni se acordaban desde cuándo, como para acordarme yo milenios después, habitaban en los abrigos de lo que hoy denominamos “Estrechos del Río Martín”; río al que ellos llamaban Ta´rtín-Kó. Aquella buena gente vivía cazando, recolectando y apoyados por una agricultura y ganadería incipientes gracias a que el valle del Río Ta´rtín-Kó era el doble de profundo que ahora y todavía tenía muchos manantiales termales; por lo que, a pesar de que entonces la Península Ibérica tenía un clima mucho más frío que el actual, el valle gozaba de un micro-clima algo más templado que favorecía que en él abundasen frutos salvajes como acerollas, manzanas, mengranas, higos, brevas, almendras, nueces y avellanas. A las abruptas paredes del valle, donde vivían cabras, se asomaban bosques de coníferas enormes, rico

VAGABUNDO VIII -Ya es primavera en Rotonda-

Ya es primavera en Rotonda, y sus árboles se han vestido de la forma esperada, cubiertos de hojas grandes. Su vegetación sólo es verde, en todas sus tonalidades, pero no hay otro color que el verde, hasta las losas del suelo de sus avenidas radiales, ocultas del sol por la frondosidad de sus bosques, mantienen un verdín mohoso.  No hay flores, perdón, si las hay, las de las moreras, el árbol predominante en la isla, pero también son verdes. Vengo pensando que quizá sea esta peculiaridad la que ha hecho de Rotonda un lugar elegido por los transeúntes: su discreción silenciosa y verde, y un maná de moras blancas maduras, que a partir de junio impregnan el suelo y los bancos de un manto meloso y alimenticio. Estoy seguro que esto fue lo que atrajo a su Majestad, Israel I el Navegante, a recalar en esta isla y hacerla parte de su gran Reyno: Rotonda, la isla de las moras blancas, reza ahora en su carta de navegación. El Rey no ha vuelto Rotonda, estará en palacio, o quizá explorando y c