Ya hace frío en Rotonda. Ayer, un viento de guante blanco robaba impune el oro de las ramas de los árboles y un par de grados a los termómetros. Su Majestad, Israel I de Rotonda, daba cortos paseos circulares frente a su trono y se abrazaba a sí mismo; era evidente que estaba aterido, pues su indumentaria, la misma que llevaba el 10 de agosto (día de asados en parrilla) ya es insuficiente para el clima zaragozano. Martha, alarmada, en cuanto llegamos a casa se sumergió en mi armero, perdón quise decir armario, y un rato después salió armada, perdón quise decir arropada, con una chaqueta marrón de lana gruesa con cuello alto, también de lana, canesú y frontal de piel, cremallera rústica, y forrada de borreguillo; una especie de "remake noventero" de la que popularizó Marcelino Camacho cuando también daba pequeños paseos circulares. -- ¿Te acuerdas? -me preguntó, mientras se miraba en el espejo coqueta. -- Te queda muy grande -le respondí, fingiendo indiferencia. -- Y a