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El Indio Ibérico

Ya nos falta menos para volver al Indio Ibérico. ¡Fuera el urbanismo romano! ¡A cascarla el derecho canónico! Olvidemos el misticismo post-visigodo, ni hablar de cultura árabe. ¡Qué puñetas fue eso del descubrimiento de América! ¡Abajo los nuevos ricos indianos! !Vivan Mandonio e Indívil! Un ejemplo: Nuestras carreteras comarcales. Cuando sean todas de tierra, serán mucho menos peligrosas. Es sarcasmo ¡Eh! Ya me parece estar viendo a los futuros indios rastreadores ibéricos, vestidos con taparrabos hechos de jirones de táctel, ornamentados con una raya blanca partiendo en dos su rostro, el pecho con listas rojigualdas; agachados entre los arbustos en busca de trazas de la antigua vía Almodense. El hijo le dice al padre en su lengua aborigen: -- Mira papaaïta, here pos veure Handiak Serp Blanca aztarna. A lo que el padre responde: -- Uzten ver, little Ikerjordi.

La Era de Acuario.

NOVAM AETATEM AQVARIVS Justo después de que la siniestra guadaña de Chronos segara el último instante de nuestra Era, Clio dio vuelta a la Clepsidra. La gran renovación de los tiempos ha llegado, la Era de Acuario ha comenzado. Feliz Nueva Era de Acuario

La boda (Dentro del Agua, 1996).

Al salir del hotel, justo antes de partir hacia su luna de miel, Ramón entregó a Andrea una cajita pequeña. Ella, bellísima, sonrió; seguramente por lo lamentablemente envuelta que estaba. La abrió deprisa. Dentro había un teléfono móvil muy usado, lo reconoció al instante, era el viejo móvil que Ramón hacía tiempo no usaba. — ¿Y, esto?   __ preguntó Andrea. — Esto es solo un símbolo, si alguna vez lo necesitáis no dudéis en llamarme, ya sabes, da igual la hora. — Gracias, papá. —   Que seáis muy felices ___ Andrea, a su lado, lloraba de alegría. ...

El viaje de vuelta a casa (1989).

Aquella fría y ventosa tarde de principios de marzo; Ramón, mientras conducía de vuelta casa, vio una bandada de aves que venían volando desde África. Luchaban contra el viento para conseguir suficiente altura y así remontar los Pirineos. Al verlas, reflexionó sobre la importancia que nos damos los seres humanos cuando repasamos nuestra historia, se nos hincha el pecho pensando en Aníbal, en Colón, en Napoleón y en tantas otras gestas épicas aunque con frecuencia dudosamente honrosas. Pensó que en ese mismo momento él podía estar presenciando una gesta que, por natural, no podía ser menos épica y desde luego mucho más honorable; cuyos personajes, podían estar expuestos a aventuras tan gloriosas como las de los propios humanos. Sin embargo, nadie hablaría jamás de ellos.

La resurrección de los muertos (1985).

Mientras, mirando de reojo al retrovisor, se deleitaba observando el reflejo incisivo del sol en sus nuevas gafas de sol, Ramón oyó la noticia en la radio y entonces comprendió que la profecía del Apocalipsis, aunque aún tardaría mucho tiempo, acabaría por hacerse realidad y los muertos saldrían de sus tumbas. Pero más que temor al fin de los días, lo que sintió fue una sensación de desprecio hacia esa gente, los mismos estúpidos de siempre, sólo que ahora sin religión ni creencias morales, estarían dispuestos a gastarse hasta el dinero que no tenían, para clonarse o clonar a cualquier ser querido o deseado, humano o no, de quién aún se pudiera recuperar suficiente masa genética, y así devolverlos de nuevo a la vida. ¡Por favor! sólo por pensarlo se le revolvían las tripas. Se imaginaba compartiendo de nuevo con aquellos a quien se suponía no volvería a ver ni en cielo, ni infierno, pues en estos no creía, por no hablar de aquellos para quienes la muerte había supuesto una auténtic

La Bandera (1987)

Una buena bandera, tirada en el suelo, es como una madre caída, hay que ayudar a izarla, aunque no sea la tuya.

Me voy y me quieren (1977).

Es tarde, demasiado tarde, demasiados pasos hacia delante. Siento como la última brisa me dice, sin su sonrisa, que no volverá a visitarme. Veo, desde mi féretro engalanado, como un perro asustado, que en el horizonte de la calle, ya ha cambiado su dulce talle por un retorcido temor, que en mí ha quebrado en olor. Y es el putrefacto olor que me empieza a rodearme, y si es mi cuerpo el difunto; ¿Por qué estuvo aquel perro a punto, de por mí una lágrima soltar?