El Pequeño Miliciano Catalán.


Si Cataluña se separa de España (lo cual no deja de ser un imposible) este fragmento de Historia real que hasta ahora residía sólo en la memoria de mi familia, dejará de tener sentido:

Verano de 1938, margen derecha del Río Ebro, en un pueblecito del Bajo Aragón a 12 kilómetros de Belchite, una niña rubia de siete años observa con apasionado deleite a un muchacho apenas diez años mayor que ella. El joven, que se hospeda en casa de mis abuelos, pasa horas atando latas de conserva vacías con una cuerda de esparto hasta hacer con ellas un tren que luego arrastra por el corral entre saltos de conejo, ladridos de Canelo y estrépito de gallinas flacas que improvisan un vuelo desganado para refugiarse en el bardal.

De repente suena la sirena. Tocan generala. Cunde el pánico. Mi abuela, con la pequeña Manuela en brazos, grita: -Dolores, Pascuala, corred, bajad al trujal. Simón Agramunt, el joven miliciano natural de Mataró, ferroviario de vocación, abandona su tren y corre a esconderse bajo el bardal, metiéndose en la pajera. Un oficial anarquista, natural de Xerallo, sale en su busca con las cartucheras en la mano. Simón no saca la cabeza de la paja ni bajo la amenaza de que va a ametrallar la pajera. Al final, mi abuelo José se interpone ante el anarquista, se acerca al muchacho y le dice en su mal Catalán: -“fill meu, no tens por. És igual de possible que una bomba ens xafe aquí envoltat de sarmientos i gallines, que en una trinchera envoltat de valentes, però per als qui ens volem molt, mai seria el mateix. Ven amb mi, tu tornes per acabar el teu tren, t'ho prometo”.  
El muchacho, un niño en realidad, sacó su mano derecha del montón de paja, asió la de mi abuelo, se incorporó, se ciñó la cartuchera sobre su pantalón con peto azul, y, dejando un rastro de pajas en el suelo, marchó “pal frente” a defender el Orden Constitucional Español.

Simón volvió, cruzó el Ebro, y el Atlántico muchas veces. Vivió en México, en Brasil y en Estados Unidos, donde llegaría a ser un destacado ingeniero. 

Muchos años después volvería a España. Contratado por el GIF realizó un trabajo crucial en la construcción del Ave que hoy une Madrid y Barcelona.

Estimats germans catalans, per favor, no nos abandonem. No ens deixeu sols.

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